sábado, 17 de julio de 2010

¿Eres una buena persona?

.
¿Lo soy yo mismo? ¿Tenemos razones de peso usted o yo para sostener sin pestañear que somos buenas personas?

Esta entrada trata exclusivamente sobre teología y es solo una introducción a otra que escribiré mañana o pasado mañana, dependiendo de mis ocupaciones.

De momento, piensen y reflexionen.

Por cierto, si a las anteriores preguntas han respondido que sí, es decir, que sí se consideran buenas personas entiendo que nunca jamás en su vida han incurrido en una sola de estas conductas (o incluso yo, si lo pensara):

1) Negar a Dios o no tener ninguno; la idolatría, o el tener o adorar muchos dioses, o algún otro como el verdadero Dios o en lugar de él, el no tenerlo ni confesarlo como Dios y como el nuestro, la omisión o negligencia en alguna cosa debida a él, requerida en este mandamiento, la ignorancia, olvido, falsas aprehensiones, opiniones erróneas, pensamientos indignos y malvados con respecto a Él, investigaciones curiosas y atrevidas tocante a sus secretos, toda impiedad, odio a Dios, amor a sí mismo, egoísmo, y todos los demás estados desordenados e inmoderados de nuestra mente, voluntad o afectos sobre otras cosas que nos aparten de él en todo o en parte; credulidad vana, incredulidad, herejía, error, desconfianza, desesperación, incorregibilidad, e insensibilidad bajo sus juicios, dureza de corazón, orgullo, presunción, seguridad carnal, tentar a Dios, usar medios ilícitos, y confiar en los lícitos; goces y delicias carnales, un celo corrompido, ciego e indiscreto, tibieza, y frialdad en las cosas de Dios, alejarnos y apostatar de Dios, orar o dar algún culto religioso a los santos ángeles a alguna otra criatura, todo pacto o consulta con el diablo y seguir sus sugestiones, hacer a los hombres señores de nuestra fe y conciencia, menospreció y desdén de Dios y de sus mandamientos, resistiendo o entristeciendo a su Espíritu, descontento o impaciencia por sus disposiciones, acusándole de locura por los males que nos manda, atribuir la alabanza de algo bueno que seamos, tengamos, o hagamos, a la fortuna, a los ídolos, a nosotros mismos, o a alguna otra criatura ("No tendrás dioses ajenos delante de mí").

2) Inventar, aconsejar, mandar, usar, y aprobar algún culto religioso por sabio que sea, pero que no haya sido instituido por Dios, el hacer alguna representación de Dios, ya sea de todos a de alguna de las Tres Personas, sea interiormente en nuestra inteligencia, a en lo exterior por alguna clase de imagen a semejanza de alguna criatura cualquiera, toda adoración de ella, de Dios en ella o por ella, el hacer representaciones de deidades falsas, y toda adoración de ellas o hacer algún servicio perteneciente a ellas. Todas las supersticiones engañosas, el corromper el culto de Dios, ya sea añadiéndole o quitándole, sean inventadas y tomadas por nosotros mismos, o recibidas por tradición de otros, aun cuando vengan con el título de antigüedad, costumbre, devoción, buena intención o cualquier otro pretexto, la simonía, el sacrificio; toda negligencia, desprecio, impedimento, y oposición al culto y ordenanzas que Dios ha establecida ("No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen, Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos").

3) No usar el nombre de Dios de la manera que es requerida, y el abuso del mismo por una ignorante, vana, irreverente, profana, supersticioso, o malvada costumbre, mencionando o usando de cualquier otro modo sus títulos, atributos, ordenanzas, u obras; por la blasfemia, perjurio, toda maldición pecaminosa, juramentos, votos, suertes; la violación de nuestros juramentos y votos, si son lícitos, o el cumplimiento de ellos si corresponden cosas ilícitas, murmuración o queja contra los decretos de Dios, curiosas inquisiciones sobre ellos, o la aplicación falsa de los mismos, así como los actos providenciales de Dios; la mala interpretación, aplicación, algún otro modo de pervertir la palabra o alguna parte de ella, por chanzas profanas, cuestiones curiosas o inútiles, charlas vanas, o el sostener falsas doctrinas, en abusar el nombre de Dios, de las criaturas o de alguna cosa que está bajo de él; encantos, prácticas y concupiscencias pecaminosas; difamación, desprecio, injuria, o la oposición grave a la verdad, gracia y caminos de Dios; hacer profesión de religión con hipocresía o por fines pecaminosos; avergonzarse de ella, o la vergüenza de ella por considerarla molesta, sin ninguna sabiduría, infructuosa, o el andar en ella de un modo ofensivo, o el abandonarla ("No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano").

4) Omisión de los deberes exigidos, el cumplimiento negligente, descuidado y estéril de ellos, así como el cansarse de los mismos, toda profanación del día por ociosidad y por hacer lo que en sí mismo es pecaminoso, y por pensamientos, palabras y obras innecesarias acerca de nuestros empleos y recreaciones mundanas ("Acordarte has del día del reposo, para santificarlo: Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; Mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas: Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó").

5) Con respecto no sólo a sus padres naturales, sino todos los superiores, tanto en edad como en aptitudes; y con especialidad aquellos que por las ordenanzas de Dios están sobre nosotros en un lugar de autoridad, ya sea en la familia, en la iglesia o en la sociedad: toda negligencia en los deberes exigidos para con ellos, envidiarlos, menospreciarlos, la rebelión contra sus personas y posiciones, sus buenos consejos, mandatos y correcciones; maldecirlos, burlarlos, así como todo porte refractario y escandaloso, que traiga la vergüenza y la deshonra para los superiores y su gobierno ("Honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da").

6) Quitarle la vida a otros, a no ser un caso de justicia pública, de guerra lícita o de defensa necesaria, la negligencia en el uso de los medios necesarios para preservar la vida o el desprecio de ellos; el enojo pecaminoso, el odio y la envidia, deseo de venganza; toda ira excesiva, ocupaciones que acongojan, el uso inmoderado de la comida o bebida, trabajo y recreaciones; palabras provocativas, oprimir, disputar, golpear, herir y todo lo que tienda a destruir la vida de alguno ("No matarás").

7) El adulterio, la fornicación, el rapto, el incesto, la sodomía y toda concupiscencia contra la naturaleza, todos los pensamientos, propósitos, imaginaciones y afectos impuros, todas las conversaciones impuras así como el prestarles atención; miradas lascivas, imprudentes, lo mismo que el comportamiento ligero, y maneras destituidas de modestia, prohibición de los matrimonios lícitos y autorizar los ilícitos; aceptar, tolerar, cuidar casas públicas o frecuentadas, votos enredadores de vida soltera, dilación indebida del matrimonio, tener más de un cónyuge a la vez; el divorcio injusto o la deserción; la ociosidad, glotonería y borrachera, compañías impuras, cantos, libros, pinturas, bailes y juegos lascivos; y todos los demás actos de impureza o provocaciones a ello, tanto tratándose de nosotros como de los demás ("No cometerás adulterio").

8) Robo, salteamiento, ser plagiario o negrero, así como el recibir una cosa robada, comercio fraudulento, pesas y medidas falsas, quitar linderos, la injusticia y la infidelidad en los contratos entre hombre y hombre, o en cosas depositadas; la opresión, extorsión, usura, cohechos, litigios vejatorios, la depredación y destrucción de los linderos, monopolios gravosos, ocupaciones ilegales, y todos los demás modos injustos y pecaminosos para tomar o quitar lo que pertenece a nuestro prójimo, o para enriquecernos; la codicia, apreciación y afecto desmedido hacia los bienes mundanales, cuidados distraídos y desconfiados para adquirir, guardar y usar de dichos bienes; envidiar la prosperidad de otros, asimismo prohíbe la ociosidad, prodigalidad, juegos de azar; y todas las maneras por las cuales perjudicamos indebidamente nuestro estado externo; y también el privarnos del uso debido y las comodidades del estado en que Dios nos puso ("No robarás").

9) Toda preocupación contra la verdad y buen nombre tanto nuestro como del prójimo, especialmente delante de los tribunales públicos; dar falso testimonio, sobornar testigos falsos, y a sabiendas comparecer y defender una mala causa, desafiando y subyugando la verdad, dictar sentencias injustas, llamar malo a lo bueno y bueno a lo malo, recompensar la obra del malo conforme a la obra del justo, y al justo conforme a la obra del malo; falsificar, disimular la verdad o callarla indebidamente en una causa justa, y el estarnos en paz cuando es nuestro deber hablar; las quejas a otros, hablar la verdad fuera de tiempo o maliciosamente por lograr un fin perverso, pervertirla con una significación errónea, o expresarla dudosa o equivocadamente, en perjuicio de la verdad y la justicia; hablar fuera de la verdad, mentir, calumniar, murmurar, detractar, circular malos rumores, cuchichear, ridiculizar, ultrajar, la precipitación, la dureza y las censuras parciales, la mala interpretación de las intenciones, palabras y acciones; adular, la jactancia y vana gloria, pensar o hablar demasiado alto y despreciativamente de nosotros o de los demás, negar los dones y gracias de Dios, aumentar las pequeñas faltas, ocultar, excusar o atenuar los pecados cuando somos llamados a una confesión de ellos, descubrir sin necesidad las debilidades, levantar falsos rumores, recibir y patrocinar malas especies y cerrar nuestros oídos a la justa defensa, malas sospechas, la envidia o la tristeza por el merecido crédito de otro, procurar o desear menoscabado; regocijarse por su desgracia o infamia, el desprecio insolente, una admiración vana, quebrantar promesas lícitas, descuidar cosas tales como las buenas noticias, y practicar o no evitar nosotros mismos, o no impedir lo que podamos con otros, cosas que produzcan mala fama ("No hablarás contra tu prójimo falso testimonio").

10) El descontento con nuestro propia estado, la envidia y tristeza por el bien de nuestro prójimo, juntamente con todas las emociones y afectos desordenados para alguna de las cosas que son suyas ("No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo").

A lo largo de la historia, ¿ha pisado la faz de la tierra algún hombre, aparte de nuestro Salvador, que haya vivido una vida perfecta y limpia de todo pecado? ¿Quién no incurre a diario en varias de estas conductas? Ningún hombre es capaz, ni por sí mismo, ni por alguna gracia recibida en esta vida, de guardar perfectamente los mandamientos de Dios, sino que diariamente los quebranta en pensamiento, palabra y obra.

Mañana, más respuestas.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario