sábado, 5 de junio de 2010

"Una reflexión necesaria", artículo de Mike (EL REPUBLICANO DIGITAL)


Respecto al siguiente artículo, recomiendo su lectura atenta por todos, puesto que es uno de los mejores que ha escrito Mike para su extraordinario blog EL REPUBLICANO DIGITAL. Como suscribo al 100% su exposición lo traigo aquí íntegro.

Nos ha tocado vivir tiempos difíciles, en los cuales difícilmente podemos ser optimistas con respecto a lo que va a ser nuestra próxima generación. Más de uno, en principio, nos indignamos pero, después, el sentimiento suele ser de una profunda tristeza al ver los derroteros que está tomando la juventud. Tanto es así que la alegría de ver jóvenes que merecen la pena se multiplica casi por mil.

Se puede culpar a los poderes públicos, los cuales, desde los 80, aparte de eliminar los aspectos ideológicos del régimen que había terminado pocos años antes, también suprimieron, en aras de un falso, los principios de esfuerzo y búsqueda de la excelencia, considerándolos caducos y trasnochados. Actualmente, tenemos ya otra forma de adoctrinamiento ideológico a través de Educación para la Ciudadanía.


Esto no nos debe extrañar. El estatismo tan invasivo que defiende el socialismo, lo apliquen partidos "de izquierda" o "de derecha" en el gobierno siempre ha visto la familia como una competencia al Estado, debilitarla es algo fundamental. El fin socialista ha sido siempre a la sustitución de la familia por el Estado como estructura provisora ante cualquier necesidad del individuo y la vía, lógicamente, es la desnaturalización de la primera. La familia, desde tiempos inmemoriales, ha funcionado como un verdadero "Estado del Bienestar", algo que el socialismo, en su afan por crear un Estado-niñera, no puede soportar.

Pero no hay que olvidar, por otro lado, lo tremendamente difícil que se ha tornado la cosa para muchos padres. Es cierto que las responsabilidades laborales, en una época en que para muchas familias es necesario que ambos padres trabajen, se han convertido en un gran obstáculo, aunque es bueno recordar que no es tan importante la cantidad como la calidad. Para inculcar a los hijos valores como el estudio, el esfuerzo, la búsqueda de la excelencia, el respeto a los demás, la moral, la ética y la responsabilidad tampoco es preciso pasar con ellos el día entero, sino tener lo suficientemente claros estos valores. El problema es, precisamente, la crisis de los mismos y su olvido entre los adultos, unido al hedonismo y la búsqueda de una vida ajena a preocupaciones y responsabilidades, que es la bandera de buena parte de la sociedad actual.

Si los padres son demasiado aficionados a la comodidad, a no tener preocupaciones, más allá de su trabajo, y a dejar a sus hijos todo el día ante la televisión lo único que recibirán será porquería. Yo no veo la televisión, prefiero mantenerme al margen de la inmundicia, pero sé lo que hay y la clase de mensajes que reciben los menores a través de la caja tonta.


En definitiva, es un cúmulo de factores pero, como todo esto viene incluso mejor explicado en esta imprescindible entrada, les dejo con ella:


UNA REFLEXION NECESARIA
Por Mike

EL REPUBLICANO DIGITAL

Uno de los vicios más marcados de la sociedad española es la facilidad del común de sus ciudadanos para caer en el extremismo o en la indiferencia. Cosa que me preocupa, porque denota la falta de criterio de muchos individuos para analizar un problema y, posteriormente, sugerir soluciones posibles.

Los medios de comunicación tendenciosos, los que procuran dirigir antes que informar, se nutren de esta clase de lectores, que son los que más sencillamente caen en la trampa de dejarse guiar sin necesidad de molestarse en pensar.

Durante estos pasados días han sido violadas varias menores de edad. Parece que se haya declarado una epidemia de mal nacidos sueltos. Chicos muy jóvenes, algunos incluso menores de 14 anos, actuando en pandilla. Los medios han dado a estos hechos alcance nacional. Como suele suceder, la opinión pública y la clase política se han movido en direcciones diferentes.

La mayoría de los dirigentes han vuelto a decidir que no les parece adecuado reaccionar en caliente para modificar una ley que deja desprotegidas a las victimas y sin castigo a los agresores, pero una buena parte de la sociedad si esta por la labor de endurecer la ley cuanto antes.

Sin embargo, no deja de llamar mi atención la gran cantidad de comentarios de lectores, en diferentes diarios, que culpan a los padres de las maldades que puedan hacer sus hijos.

Estoy de acuerdo en que se ha perdido mucho de la educación de los hijos en el hogar, precisamente porque el hogar y la familia, tal y como lo conocíamos, esta en trance de desaparecer.

Por un lado, la nueva generación de padres, en conjunto, ha resultado ser bastante irresponsable en lo referido a educación de los hijos. Ya sea por las exigencias laborales, o por los antecedentes de su adolescencia en los 80, aquella década prodigiosa en la que nuestros políticos, decididos a borrar todo vestigio social del franquismo, derrumbaron también un aparato educativo del que solo hubiera sido necesario cambiar los tintes ideológicos, dejando intacto, o mejorándolo, el sistema que primaba el esfuerzo y los resultados obtenidos. En lugar de eso, los gobiernos de los 80 eliminaron el principio de autoridad de las aulas. La consecuencia inmediata fue el aumento anual, en progresión geométrica, de la violencia escolar, el absentismo y los suspensos.

Los Padres cómodos, despreocupados, o indiferentes, han dejado la educación de sus hijos en manos de la televisión que, hoy por hoy y desde hace muchos años, es el medio más hipócrita que existe. Lo soez es lo habitual en muchos programas de “entretenimiento”. Las series infantiles y juveniles, sobre todo las de animación, llevan décadas enseñando y recreándose en la violencia, en la sugerencia del sexo y en la rebelión contra la figura familiar, paterna y de autoridad. Las tardes, antes tradicionalmente reservadas para el horario infantil, son un vivero de programas demoledores para la conciencia y la apreciación de los niños. Debates de verdaderos anormales discutiendo sobre quién ha tenido más relaciones sexuales con quién y periodistas de la basura persiguiendo a famosos que viven de ser perseguidos. El pasado viernes vi unos minutos de un programa en el que el presentador, por supuesto homosexual e intocable al respecto, incapaz de hablar dos minutos seguidos sin hacer alguna referencia sexual (obsesiones existen de todo tipo) reñía a un colaborador por haber dicho una palabra mal sonante en horario infantil. Sin transición, se volvió hacia una buscona, famosa por ser nada más que eso, una buscona, no por otra cosa, y le preguntó cómo llevaba depiladas sus partes íntimas. Esto es la tónica habitual de las tardes de muchos canales generales de la televisión española, plagados de presentadores y colaboradores anormales y moralmente tarados.

Pero, ante este panorama deprimente, quiero defender a otro tipo de padres. Son aquellos que, en la medida de sus posibilidades, procuran educar a sus hijos en principios correctos. Esto supone una batalla diaria que no siempre se gana. Fiscalía de Menores está llena de casos de menores y jóvenes denunciados que han tenido buenos padres. No debemos olvidar que los hijos, cuando salen de sus casas para dirigirse al colegio o salir con sus amigos, están expuestos a la peor de las influencias posibles. La influencia de una sociedad que pretende tratar a los menores como nuevo nicho de mercado y a quienes bombardea, desde sus anuncios, con la idea de que un muchacho es poco menos que nada si no tiene su propio teléfono celular y su consola de juegos último modelo. Fomentar el consumismo entre los más jóvenes trae consecuencias que no todos los padres alcanzan a ver. Regalar un televisor a un hijo e instalárselo en su habitación es el peor enemigo para la convivencia familiar. Es el mejor modo de romper el dialogo entre padres e hijos, fomentar la pereza del niño y poner a su alcance el mundo de pornografía y juego que existe en las programaciones nocturnas.

Frente a quienes opinan que mis argumentos (que son los de mucha gente) no son más que paranoias catastrofistas, yo siempre pongo el ejemplo de las estadísticas ofrecidas por la policía, los juzgados, los hospitales, los centros de rehabilitación de toxicomanías y los centros de enseñanza. Quien no quiere aceptar la realidad tiene un serio problema, o quizás un gran interés en que todo esto suceda. Pero el hecho incontestable es que el aumento de agresiones, violaciones, delitos cometidos, fracaso escolar, consumo de drogas y alcohol y escasez o ausencia de valores entre nuestros niños, adolescentes y jóvenes es alarmante desde hace muchos años. En contrapartida, Los políticos ofrecen soluciones tales como el crear asignaturas de adoctrinamiento ético, político e inductor de tendencias sexuales.

Quienes mueven los hilos saben que desestructurar los hogares es el mejor modo de conseguir una sociedad compuesta por individuos moral y éticamente inanes, consumistas y sin criterio ni pensamiento social ni político. Las familias son su enemigo a batir, por ser estas dónde el individuo puede aprender los principios y fundamentos correctos que le ayudarán a conducirse en el futuro. Y la mejor estrategia para derribar a la familia no es atacarla de frente. Es más efectivo, como se ha demostrado ya, ofrecer alternativas presentadas con una aureola de libertad y solidaridad con supuestas soluciones de muy corto recorrido.

Desgraciadamente, esta misma sociedad, de la que tan orgullosos se sienten algunos, y que también va camino de ser la mayor enemiga de los niños no nacidos, ignora y niega su apoyo a padres y familias. Para que un matrimonio español pudiera contar con las mismas ayudas oficiales que otro de Luxemburgo, el primero debería tener 118 hijos.

Este es el mundo en el que se desenvuelven los padres que luchan por la educación y edificación de sus hijos. Los buenos frutos nunca están garantizados. El niño, conforme crece, desarrolla su personalidad y gustos y preferencias. Es su propio libre albedrío el que le conducirá por el camino que desee tomar en la vida. Si dicho libre albedrío ha sido cultivado con los principios adecuados, el individuo tendrá más posibilidades de éxito y de corregir sus propios errores. Pero, ante la ausencia de tales principios, el fracaso es prácticamente seguro. Tal cosa no es una opinión, ni una apreciación. Es la realidad palpable que tenemos a nuestro alcance a diario, en la portada de un diario o en la pantalla del televisor.

Yo expreso todo mi apoyo a padres y educadores que aún creen que la mejor educación para nuestras nuevas generaciones debe basarse en el estudio, la acción, el esfuerzo, la búsqueda de la excelencia, el respeto al ser humano, el sostenimiento de leyes correctas, el fomento de la moral y la ética, la practica de la verdadera solidaridad y la comprensión de que toda mala acción conlleva una consecuencia y una responsabilidad pendiente.
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