viernes, 30 de abril de 2010

Resurrección

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Mateo 28

El anuncio de la resurrección (Mc. 16. 1-8 Lc. 24. 1-10 Jn. 20. 1-2). 1 Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. 2 De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. 4 Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. 5 El Ángel dijo a las mujeres: "No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, 7 y vayan en seguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán". Esto es lo que tenía que decirles". 8 Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos.

La aparición de Jesús a las mujeres. 9 De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. 10 Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán".

El soborno a los soldados. 11 Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. 12 Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, 13 con esta consigna: "Digan así: "Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos". 14 Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo". 15 Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.

La misión universal de los Apóstoles (Mc. 16. 14-18 Lc. 24. 36-49 Jn. 20. 21 Hech. 1. 8). 16 Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. 17 Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron. 18 Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo".




Marcos 16

El anuncio de la resurrección de Jesús (Mt. 28. 1-8 Lc. 24. 1-10 Jn. 20. 1-2). 1 Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. 2 A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. 3 Y decían entre ellas: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?". 4 Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande. 5 Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, 6 pero él les dijo: "No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. 7 Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho". 8 Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.

APÉNDICE

La aparición de Jesús a María Magdalena (n. 20. 11-18). 9 Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. 10 Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. 11 Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.


La aparición de Jesús a dos discípulos (Lc. 24. 13-35). 12 Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. 13 Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron.

La misión universal de los Apóstoles (Mt. 28. 16-20 Lc. 24. 36-51 Jn. 20. 21 Hech. 1. 8). 14 En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. 15 Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. 16 El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. 17 Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; 18 podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán". 19 Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. 20 Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.




Lucas 24

El anuncio de la resurrección de Jesús (Mt 28.1-10; Mc 16.1-8; Jn 20.1-10). 1 Las mujeres descansaron el sábado, conforme al mandamiento, pero el primer día de la semana volvieron al sepulcro muy temprano, llevando los perfumes que habían preparado. 2 Al llegar, encontraron que la piedra que tapaba el sepulcro no se hallaba en su lugar; 3 y entraron, pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Estaban asustadas, sin saber qué hacer, cuando de pronto vieron a dos hombres de pie junto a ellas, vestidos con ropas brillantes. 5 Llenas de miedo se inclinaron hasta el suelo, pero aquellos hombres les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? 6 No está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo cuando aún se hallaba en Galilea: 7 que el Hijo del hombre había de ser entregado en manos de pecadores, que lo crucificarían y que al tercer día resucitaría. 8 Entonces recordaron ellas las palabras de Jesús, 9 y al regresar del sepulcro contaron todo esto a los once apóstoles y a los demás. 10 Las que llevaron la noticia a los apóstoles fueron María Magdalena, Juana, María madre de Santiago, y las otras mujeres. 11 Pero a los apóstoles les parecía una locura lo que ellas contaban, y no las creían. 12 Sin embargo, Pedro fue corriendo al sepulcro. Miró dentro, pero no vio más que las sábanas. Entonces volvió a casa admirado de lo que había sucedido.

En el camino de Emaús (Mc 16.12-13). 13 Dos de los discípulosg se dirigían aquel mismo día a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. 14 Iban hablando de todo lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. 16 Pero, aunque le veían, algo les impedía reconocerle. 17 Jesús les preguntó: "¿De qué venís hablando por el camino?". Se detuvieron tristes, 18 y uno de ellos llamado Cleofás contestó: "Seguramente tú eres el único que, habiendo estado en Jerusalén, no sabe lo que allí ha sucedido estos días". 19 Les preguntó: "¿Qué ha sucedido?". Le dijeron: "Lo de Jesús de Nazaret, que era un profetaj poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo. 20 Los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. 21 Nosotros teníamos la esperanza de que él fuese el libertador de la nación de Israel, pero ya han pasado tres días desde entonces. 22 Sin embargo, algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro 23 y no encontraron el cuerpo; y volvieron a casa contando que unos ángeles se les habían aparecido y les habían dicho que Jesús está vivo. 24 Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres habían dicho, pero no vieron a Jesús". 25 Jesús les dijo entonces: "¡Qué faltos de comprensión sois y cuánto os cuesta creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?". 27 Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas. 28 Al llegar al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como si fuera a seguir adelante; 29 pero ellos le obligaron a quedarse, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y se está haciendo de noche". Entró, pues, Jesús, y se quedó con ellos. 30 Cuando estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. 31 En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció. 32 Se dijeron el uno al otro: "¿No es cierto que el corazón nos ardía en el pecho mientras nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?". 33 Sin esperar a más, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos. 34 Estos les dijeron: "Verdaderamente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón". 35 Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan.

Jesús se aparece a los discípulos (Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Jn 20.19-23). 36 Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: "Paz a vosotros". 37 Ellos, sobresaltados y muy asustados, pensaron que estaban viendo un espíritu. 38 Pero Jesús les dijo: "¿Por qué estáis tan asustados y por qué tenéis esas dudas en vuestro corazón? 39 Ved mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tocadme y mirad: un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo". 40 Al decirles esto, les mostró las manos y los pies. 41 Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó: "¿Tenéis aquí algo de comer?". 42 Le dieron un trozo de pescado asado, 43 y él lo tomó y lo comió en su presencia. 44 Luego les dijo: "A esto me refería cuando, estando aún con vosotros, os anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse". 45 Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, 46 y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; 47 y que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Y yo enviaré sobre vosotros lo que mi Padre prometió. Pero vosotros quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis el poder que viene de Dios".

Ascensión de Jesús (Mc 16.19-20). 50 Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los bendijo. 51 Y mientras los bendecía se apartó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de adorarle, volvieron muy contentos a Jerusalén. 53 Y estaban siempre en el templo, alabando a Dios.




Juan 20

La tumba vacía (Mt. 28, 1-8; Mc. 16, 1-8; Lc. 24, 1-11). 1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto". 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. 10 Los discípulos, entonces, volvieron a casa.

Aparición a María Magdalena (Mt. 28, 9-10; Mc. 16, 9-11). 11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Dícenle ellos: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les respondió: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto". 14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15 Le dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré". 16 Jesús le dice: "María." Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní" - que quiere decir: "Maestro" -. 17 Dícele Jesús: "No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios". 18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

Aparición a los discípulos reunidos (Mc. 16, 14-18; Lc. 24, 36-49). 19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros". 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío". 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". 24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". 25 Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré". 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con vosotros". 27 Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". 28 Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". 29 Dícele Jesús: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído".

APÉNDICE

Primer Epílogo. 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

Juan 21

La pesca milagrosa y aparición de Jesús en la ribera del lago Tiberiades. 1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberiades. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dice: "Voy a pescar". Le contestan ellos: "También nosotros vamos contigo". Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Díceles Jesús: "Muchachos, ¿no tenéis pescado?" Le contestaron: "No". 6 El les dijo: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis." La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. 7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: "Es el Señor", se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. 8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. 9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. 10 Díceles Jesús: "Traed algunos de los peces que acabáis de pescar". 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. 12 Jesús les dice: "Venid y comed". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres tú?", sabiendo que era el Señor. 13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. 14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

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El primado de Pedro. 15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?" Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis corderos". 16 Vuelve a decirle por segunda vez: "Simón de Juan, ¿me amas?" Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas". 17 Le dice por tercera vez: "Simón de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: "¿Me quieres?" y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas".

Profecía a Pedro. 18 "En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras". 19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme". 20 Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?". 21 Viéndole Pedro, dice a Jesús: "Señor, y éste, ¿qué?". 22 Jesús le respondió: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme". 23 Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: " No morirá", sino: "Si quiero que se quede hasta que yo venga".

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Segundo epílogo. 24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. 25 Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.
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