martes, 10 de agosto de 2010

La propiedad privada y el cristianismo

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Y aconteció, hace algo menos de 2000 años, que, mientras Jesús predicaba en Judea, al otro lado del Jordán, se le acercó un muchacho bastante rico, preocupado por su salvación. En Mateo 19:16-22, se narra este episodio: "16 Y he aquí se le acercó uno y dijo: Maestro, ¿qué bien haré para obtener la vida eterna? 17 Y El le dijo: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Sólo Uno es bueno; pero si deseas entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 El le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús respondió: NO MATARAS; NO COMETERAS ADULTERIO; NO HURTARAS; NO DARAS FALSO TESTIMONIO; 19 HONRA A tu PADRE Y A tu MADRE; y AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme. 22 Pero al oír el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes".

Con estos versículos ocurre como con otros muchos de la Biblia: sacados fuera de su contexto son fácilmente manipulables. Así, sí tomamos solamente "Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme", pudiéramos entender que la enseñanza de Jesucristo es que para llegar a la vida eterna, para "salvarnos" hay que enajenar todos los bienes propios y entregar a los pobres el dinero obtenido con su venta. En definitiva, redistribuir, socializar la riqueza.

Ya he intentado aclararlo en alguna entrada anterior pero no tengo inconveniente en volver a hacerlo: la Biblia NO ES UN PANFLETO SOCIALISTA.

Aquí primero habría que atender a "¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Sólo Uno es bueno", solo Dios es bueno. Jesús cita los mandamientos para hacer ver al joven que la Ley no fue dictada por Dios para que los hombres obtuvieran la salvación a través de ella, pues ellos mismos son incapaces y su naturaleza les llama constantemente a incumplirla, sino para poner de manifiesto cómo la condición humana está consumida por el pecado y la necesidad de un Salvador. Esto lo entendemos leyendo Gálatas 3:19: "Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, ley que fue promulgada mediante ángeles por mano de un mediador"; Hechos 7:53: "vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles y sin embargo no la guardasteis"; o Romanos 5:20: "Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia".

Y, al final, aparte de que guarde los mandamientos, dice al joven "Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres", el cual se marcha entristecido puesto que no entiende que el hombre no sea capaz de alcanzar por sí mismo la santidad requerida para la salvación. Jesús le pone de manifiesto que el hombre por sí solo, sin Su mediación, no puede ser salvo puesto que nunca podrá cumplir la Ley a la perfección.

Este es el sentido, aunque es uno más de los versículos utilizados para condenar, Biblia en mano, el capitalismo y, especialmente, la propiedad privada.

Lo cierto y verdad, es que si contemplamos otros pueblos de la Antigüedad, Israel fue verdaderamente revolucionario en este sentido. En aquellos tiempos los hombres no eran propietarios, eran propiedad del monarca junto con la tierra que habitaban y de la que vivían (los propios israelitas fueron esclavos en Egipto durante cuatro siglos). La propiedad privada de los israelitas fue algo único entre las naciones.

El derecho de propiedad es atribuido en la Biblia al hombre y su familia, no al Estado, en virtud de la soberanía de Dios sobre todas las cosas. La libertad individual se asegura cuando los ciudadanos de una nación poseen propiedad privada, esto asegura que ninguno será esclavizado. Cualquiera que posea la propiedad, tiene el poder y la autoridad en una nación: desde los tiempos del esclavismo, pasando por el feudalismo medieval, la Revolución Francesa, el marxismo o el fascismo, muchas ideologías han violentado la propiedad privada de los individuos, caracterizadas por la negación de esta concepción cristiana de la soberanía divina absoluta sobre este mundo.

Desde esta perspectiva, el hombre no puede negar su derecho de propiedad a otros hombres. Obviamente, siendo un fedatario, el hombre no podría discutírselo a Dios, pero, en el caso de gobiernos despóticos que priven de sus propiedades a los individuos, saqueándola en lugar de protegerla, éste habría dejado de cumplir su propósito divino (Romanos 13:1-7), reinando la tiranía. El propósito del gobierno civil es proteger la propiedad privada de sus ciudadanos.

Dios entregó la tierra a Israel por sorteo, poseyendo cada familia tierra individualmente, no los gobernantes. En Números 33:54, leemos: "Y heredaréis la tierra por sorteo por vuestras familias; a los muchos daréis mucho por herencia, y a los pocos daréis menos por herencia; donde le cayere la suerte, allí la tendrá cada uno; por las tribus de vuestros padres heredaréis", así como en Números 26:55-56: "Pero la tierra se dividirá por suerte. Recibirán su heredad según los nombres de las tribus de sus padres. Según la selección por suerte se dividirá la heredad entre el grupo más grande y el más pequeño". No obstante, pese a ser algo instituido por Dios, la amenaza de la corruptibilidad del hombre no cesó: Samuel hubo de avisar al pueblo de que un rey, como ellos pedían, podría apropiarse en cualquier momento de su propiedad y de su libertad.

Algo no demasiado distinto ocurrió en los tiempos de la fundación de Estados Unidos, lo aplicado en Israel, la propiedad individual procedente de Dios. Allí se rechazó el feudalismo, la posesión de todo por el rey, quien daba a sus súbditos derechos de propiedad, que había sido predominante en buena parte de Europa. En los primeros días de la nación norteamericana, el gobierno no poseía grandes extensiones de tierra de manera permanente y, cuando se adquirían nuevas tierras, éstas se ponían a disposición del público en general, se tendía siempre a favorecer la propiedad individual. Actualmente, en las tierras del este, sobre todo en el antiguo territorio de las trece colonias, hay muy poco suelo de propiedad gubernamental, a diferencia de las del oeste, donde hay grandes extensiones de titularidad pública. El estatismo, poco a poco, fue creciendo también en los Estados Unidos. La mayoría de grandes parques y bosques nacionales, aparte, fueron instituidos durante el siglo pasado.

La propiedad privada, en consecuencia, es parte del orden de Dios para el hombre, aunque no es legítimo conseguirla de cualquier forma. Proverbios 13:22 nos dice que "El hombre bueno deja herencia a los hijos de sus hijos, pero la riqueza del pecador está reservada para el justo", hay unas manera incorrectas y otras correctas de obtener riqueza: estas últimas son el trabajo, para obtener lo que necesitamos y para poder dar a aquellos que estén en necesidad, la donación y la herencia.

El "estado niñera", "estado de beneficencia" o "Estado del Bienestar", por tanto, se encuentra fuera de esto, al incautar, sin consentimiento, el dinero de algunos para dárselo a otros. Roba tanto al contribuyente como al beneficiario (éste se convierte en alguien atado al Estado e incapaz de sustentarse a sí mismo). Las necesidades de otros deben cubrirse como parte de las buenas obras que son el reflejo de la fe. Hoy día, incluso numerosas entidades benéficas ejercen esta solidaridad voluntaria, aparte de la familia como red de seguridad.

Para concluir, no existe en la Biblia ningún impuesto que grave la propiedad (un tributo como el Impuesto sobre el Patrimonio sería antibíblico). "Los cielos son los cielos de Jehová: Y ha dado la tierra á los hijos de los hombres" dice Salmo 115:16. Si el Estado impone impuestos sobre la propiedad es como si se erigiera en el lugar de aquel que, en realidad, la ha concedido.

Ideas como estas que iluminaron el nacimiento de los Estados Unidos de América, en tiempos mucho más liberales que los actuales.
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